Una bellísima historia de un tatuaje sobre una cesárea
«Viva la Vida»
Cualquier embarazo puede acabar en cesárea. Tras dos cesáreas realizadas sobre tu cuerpo puedes resignarte a mantener la cicatriz el resto de tu vida o tomar la decisión de cubrirla con un tatuaje. Pero no con un tatuaje cualquiera, el diseño que R.B. ha elegido lleva detrás una hermosa historia…
Antes de que leáis el porqué de este tatuaje, me gustaría invitaros a todos a entrar en este enlace: música de violín de David Garret y lo escuchéis mientras leéis lo que nos cuenta de puño y letra…. Merece la pena para adentrarse en esta historia como yo os puedo asegurar que he hecho mientras la tatuaba… Gracias R.B. !!
«¡Esto de los tatoos es una moda!
¡No me gustan nada!
¡Vamos, vamos … A tu edad!
¡Uyyy, con lo que debe doler!
No, no es una moda, es un modo de vivir, de verse, de expresarse.
Todos tenemos cicatrices, en el cuerpo y, más profundas, esas heridas que no se aprecian exteriormente pero que nos marcan profundamente . Esas cicatrices de las que hablo no son elegidas por nosotros, pero tatuarte es el arte de dibujar en tu cuerpo algo que por propia iniciativa decides. Es un modo de manifestar que eres dueño de ti mismo, de tu cuerpo y de aquello que desees hacer con él.
Perdona… No me importa en absoluto que no te guste, no es a ti a quien tiene que gustarle, es a mí. Por las mismas razones de antes. No necesito que te guste mi cuerpo o lo que hago con él, no necesito tu aprobación para expresar lo que me de la gana por el medio que desee.
El arte no tiene edad, para sentir no hay edad, para ser libre nunca es tarde, para enfrentarse a sus miedos, a sus fantasmas en algunos casos, para gritar al mundo en otros, o para ser uno mismo y hacer lo que nos de la gana, en todo caso, tampoco hay edad. Ni tampoco hay dolor que no merezca la pena pasar si es voluntario.
Amo la vida. Soy madre. Tengo dos hijos . Y perdí a una amiga muy querida hace poco más de un año. Normalmente hacerse un tatuaje requiere tener claras tus ideas acerca de lo que deseas tener dibujado, dónde y por qué. En estas tres cosas se basa mi por qué.
Llevaba diez años queriendo tapar la cicatriz de dos cesáreas que me practicaron al nacer mis hijos, que aunque no estaba mal, a mi no me gustaba. Mi primera idea fue hacerme algo pequeño, sencillo, discreto. Pero al morir Amparo, aprendí que la vida se debe vivir a lo grande, y no hablo de despilfarros económicos o de cosas materiales, sino de todo lo contrario, de no despilfarrar “Momentos”. De saborearlos. De vivir cada instante como si fuera el último, porque ninguno sabemos cuando lo será.
Amparo, como yo amaba la vida. Nuestra canción es Viva la Vida, tocada al violín , por David Garret. Desde que ella se marchó físicamente, su presencia no me ha abandonado. Demasiados recuerdos, risas y momentos… Y , pongamos que casualmente para no dar impresión de que me falta un tornillo, durante este año ese tema ha sonado en los momentos más oportunos e insospechados, permitidme que lo llame «señal». Yo buscaba miles de motivos para dibujarme y lo tenía delante. Decidí hacerme un violín. La cicatriz de mis cesáreas me recuerda que he dado vida. Dos vidas maravillosas, a mis hijos… ¿En qué otro sitio podría estar mejor que ahí? Dibujo vida sobre una señal de vida.
Y como todo violín debe ser tocado por un arco, mi arco lo componen los signos del infinito amor que siento por cada uno de ellos y esa flor que representa la vida que nace en primavera.
De ese modo, aunque Amparo se haya ido y mis hijos vuelen algún día, al mirarme los sentiré en mí.
Si decides tatuarte algo… Hazlo. Hazlo seguro de lo que quieres y del por qué y de pronto un día, como yo, verás claro que es lo que deseas dibujarte.
Ha sido mucho tiempo buscando, que culminó cuando le conté a Manu, quien me lo iba a tatuar, mi idea. Gracias por motivarte tanto con mi historia y por captar a la primera y con tanto entusiasmo lo que deseaba. Gracias por hacerme disfrutar tanto de esta experiencia que ha sido agradable, distendida, motivadora e ilusionante. Me quedo con la expresión de su cara al ver finalizado y trabajo perfectamente realizado y con el abrazo que le di a Manu cuando lo terminó. Ha sido un rato que he vivido intensamente, disfrutando de una charla relajada y de buena música, que hicieron muy llevaderas esas dos horas y media. Dicen que quienes repiten es porque la experiencia les ha sido muy grata… solo puedo deciros que no llevábamos ni la mitad y ya estaba pensando en el siguiente. Dice Manu que me he portado muy bien, tengo un truco, no soy quejica ¿quién puede no disfrutar de algo tan deseado?
A los que dudan, decirles que tiren para adelante, no se arrepentirán …
… Y, como siempre, que no pare la música… ¡viva la vida!
(R. B.)