Consiguió que le firmase Kit Harington, de Juego de Tronos, en su brazo.
- Muchos tatuajes llevan detrás historias, experiencias y recuerdos. Ayer, tras acabar un tatuaje tenía en recepción a dos chicas esperando para hacerme una pregunta, aunque más que pregunta era una súplica… quería que le tatuase un autógrafo que acababan de firmarle en su brazo. La vi tan ilusionada que no pude negarme a hacérselo, tan solo le pedí un favor… que me escribiese la historia de su experiencia y así ha sido. La reproduzco íntegramente, …y gracias Lorena por tu rapidez en enviarme la historia de tu aventura y por supuesto por las palabras tan agradables que me dedicas en este relato:
«Soy Lorena, una chica de Huelva. Bueno, en realidad soy de Sevilla, pero actualmente estoy viviendo y estudiando en Huelva, mi familia la tengo aquí, por eso suelo venir días contados para acá.
Hace unos días me enteré que los actores de la serie «Juego de Tronos» estaban en Sevilla. Y sí, soy super fan de ellos.
Al principio fue un sentimiento de decepción… me era prácticamente imposible ir a Sevilla porque tenía clases, lo di medio por perdido. Además, ¿qué iba a conseguir? verlo de lejos con suerte. No me merecía casi la pena.
Hasta que vi que eran todos, prácticamente todo el reparto, incluido Kit Harington (Jon Snow en la serie). Y no me lo pensé. Ni clases, ni nada, iba a ser sólo un día.
Contacté con una amiga (que por cierto, ella ni idea de quienes son) y allí nos plantamos.
La situación fue tan genial… conocí a una chica que había estado allí casi todos los días. Me contó la hora sobre la que solían llegar, por dónde podrían salir, todo. Era tan fácil poder verlos bien, que decidí quedarme un día más y volverlo a intentar. Sólo uno más.
Y al día siguiente volví a estar en ese hotel. Antes de la hora que se supone que solían llegar.
Pasaba el tiempo y allí no aparecía nadie. Mi amiga y yo empezamos a bromear inventándonos mil formas de colarnos en el hotel: que si éramos hijas de no sé quién, que se dejasen de tonterías y nos dejasen pasar que íbamos a consumir un café y no teníamos ni idea de qué se supone que era «Juego de Tronos»… en fin.
Pasaban coches. La gente se echaba para atrás para que pudieran entrar al hotel. Nosotras seguíamos con la tontería, porque al fin y al cabo era eso, decir tonterías para que pasara el tiempo.
Y pasó otro coche. Cuando me di cuenta iba de copiloto Kit Harington, y estaba pasando justo por delante de mí.
Genial, ya lo había visto. No hice ni foto, ni video, ni nada, y a diferencia de todo el mundo, ni grité. Pienso que esos momentos hay que vivirlos, no quería estar pendiente de nada más que de poder recordarlo en mi mente siempre que quisiera.
Me quedé tranquila porque ya por fin lo había podido ver. Todo el mundo dimos por hecho de que, cuando bajara del coche, entraría al hotel y fin.
Y para mi sorpresa no. Bajó y se fue a una de las vallas del hotel.
Había estado tranquila en todo momento, pero me di cuenta que justo ahí tenía que sacar mi lado locafanática sí o sí. Tenía que conseguir algo.
La gente tenía papel y boli. Yo… un rotulador negro. Recordé que lo metí en el bolso con la coña, asegurándole a todo el mundo que no me hacía falta más, que si tenía demasiada suerte, me firmaría en el brazo y me lo tatuaría. Por supuesto mi credibilidad era nula hasta para mí misma. Fue eso, una coña.
La gente me avasallaba, era una locura, imposible. Sólo quería salir de ahí y ya está. Mi amiga me cogió el brazo, empezó a gritarle como una loca que me firmase. No sé cómo lo hizo, pero de momento sentí que Kit me estaba sujetando el brazo, y me preguntó sonriendo, con cara de sorprendido: «¿En la mano?», «siiii, siiii», y me firmó. Pude sentir el rotulador. En la mano. Literalmente, en la palma de la mano.
«Noooo, noooo, en el brazo!!», y riéndose, me volvió a firmar, ya en el brazo. En cuanto terminó, salí de ahí.
Probé suerte y me volví a meter en el barullo de gente. Lo intenté como 5 veces. Y sí, impresionantemente pude conseguir una foto con él. Pésima. Oscura. Pero la conseguí.
No hice nada. Lo único que le dije a mi amiga cuando nos reencontramos fue: «necesito tatuarme esto. Pero YA. AHORA»
Y ahí estábamos. Buscando a las 7 y pico de la tarde un estudio de tatuajes. Como no teníamos ni idea, pusimos google maps. Estaba entre dos, uno en una zona que no conocía, y otro que más o menos sí.
Pensé: si me pierdo por Sevilla, al menos que sea en un sitio «conocido» (?).
Y creo que fue el pensamiento más acertado. Creo que fue cosa del destino el que yo decidiera y acabara en Twotattoo, justo en este, y no en otro. Definitivamente era en este lugar donde tenía que ser.
Me iba repitiendo por el camino que iba a ser imposible, que iba a ser un «no» rotundo, pero había que intentarlo. Y llegamos, después de no sé cuánto tiempo corriendo.
Estaba en el estudio esperando a que saliera alguien, repitiéndome una y otra vez «por favor» en mi mente.
Y salió Manuel. Sonriente. Me dio tanta confianza en un segundo con una simple sonrisa que le quise contar mi vida en un momento. Pero empecé con un simple «Por favor, podrías tatuarme justo ahora?» y ya ahí comenzó todo. Pudo hacerme un hueco.
Tuve suerte. No sé si suerte. Repito, sigo pensando que tenía que ser así, en ese estudio y no otro, y con Manuel y no otro tatuador.
A cualquiera le cuentas esto y te toma por loca, y sí, es una locura, pero Manuel y su hijo me hicieron sentir como que no lo estaba, parecía que él lo sentía igual que yo, y me encantó, me encantó que me pidiese que le contara mi locura.
Fue perfecto. Desde que entré hasta que salí por esa puerta con la muñeca tatuada, pidiéndole un abrazo y dando mil millones de gracias.
Perfecto en el trato, en la profesionalidad, en el resultado, en todo. No podría sacarle nada.
Mil gracias de nuevo Manuel, qué bonito recuerdo me llevo gracias a ti.
Ya no es la firma de Kit Harington, ya es el momento, el día entero de ayer, la locura que fue buscarte con mil prisas y encontrarte.
Gracias, gracias y gracias!
Nos volveremos a ver, te lo aseguro. Ya tengo la casa para mis tattoos en Sevilla.
Un abrazo muy fuerte!!»