Un diseño personalizado para Lydia a partir de unas pautas… «un pincel que dibuje un piano, donde resalten 4 teclas blancas y 4 negras»… Este fue el punto de partida para trabajar un diseño muy limpio, en negro y grises y en una zona limitada como es el antebrazo casi a la altura de su muñeca.

 

A medida que iba tatuándola me contaba el porqué de cada elemento del diseño, la pluma, el piano, cada una de las teclas…  Me atrajo la historia y le pedí que me la escribiese ella misma a lo que accedió con mucho gusto y reproduzco tal cual.

Nosotros no solo disfrutamos tatuando, sino también escuchando las historias que llevan detrás la mayoría de los tatuajes, sean grande o pequeños. Y sobre todo cuando una vez se termina el trabajo, se miran el tatuaje y comienza a brillarles los ojos. Es una sensación muy gratificante.  

 

Gracias Lydia por compartir con nosotros esta breve pero bonita historia… 🙂

 


 

» Quería un tatuaje que me acompañara siempre, que simbolizara el amor a mi familia, pero sin ser explícita.

 

Mi madre tocaba el piano desde pequeña y mi padre pintaba unos cuadros maravillosos y escribía en pluma, por lo que decidía representarlos de esta manera, una pluma (mi padre) que dibuja un piano (mi madre). En las teclas estamos representados todos sus hijos y nietos, del mayor a la menor que soy yo.

La primera tecla blanca representa al mayor, del que salen dos teclas negras, mis dos sobrinos. La segunda tecla blanca, mi hermana, con su hija, la tecla negra. La tercera blanca es mi tercer hermano, que no tiene descendencia y por último, yo, y la última tecla negra, mi niño, que es el pequeño. Mi marido está representado en la música y el amor que nos une por ella. 

 

No puedo estar más contenta con el resultado».