Numerosas ocasiones uno decide hacerse un tatuaje para recordar un momento especial que ha vivido o la perdida de un ser querido. Y cuando hablamos de un ser querido no nos referimos únicamente a un familiar, en este caso es un miembro más de la familia, la mascota que Miguel deseó tener durante más tiempo en su compañía pero que el destino quiso que lo perdiese antes de tiempo.
Es una historia que me puso los vellos de punta mientras me la contaba Miguel. Sus padres le permitieron tener un perro mientras que estuviese en la terraza cuando no hubiese nadie en casa. Zarco, un pequeño husky siberiano, que con tan solo 2 meses de edad ya adoraba a Miguel. Éste se marchó con su moto y mientras se alejaba Zarco no deseaba perderlo de vista. La terraza estaba vallada pero el pequeño cachorro consiguió descubrir el único hueco por el que acceder al alféizar de la terraza y por desgracia perdió el equilibrio y cayó desde un tercer piso.
Miguel quiere llevar siempre en su piel a Zarco, nombre que proviene del castellano antiguo y que significa «ojos claros». Este tatuaje trabajado en gama de grises y trazados geométricos, centra la fuerza en los tiernos ojos del cachorro Zarco, los dos únicos puntos de color que lleva el tatuaje.