Los comentarios de los tatuajes que realizamos en nuestro estudio los solemos redactar nosotros mismos tras el tiempo que echamos durante el proceso del tatuaje, pero hay otros muchos casos que preferimos que el propio cliente nos lo cuente directamente, y para que no se nos escape detalle, transcribimos literalmente la historia de nuestra amiga:
«Los tatuajes son como facturas, recibos, los tikects del supermercado! … Vives alguna situación y el tatuaje está ahí, como reflejo de lo que has vivido! O por lo menos esa es mi opinión! … Todos los tatuajes que me he ido haciendo nos son más que una fotografía de experiencias vividas, como una captura de pantalla de algo que ha ocurrido y que te marca! Son como los sellos de un pasaporte, a la vez que vas viviendo situaciones vas sellando!
Hacerte un tatuaje no es mas que recordar una experiencia, recordar algo que aprendiste, algo que te gustó, algo que es o ha sido importante para ti, o también recordar alguna situación que no quieres volver a vivir, o algo que no debes nunca olvidar…
Por desgracia la sociedad sigue teniéndo hoy día muchos prejuicios con respecto a los tatuajes. Prejuicios en cuanto a la imagen que proyectamos las personas que tenemos tatuajes. Muchas personas relacionan los tatuajes con una forma de ser «irresponsable» o «inferior» o quizás más bien una forma de ser algo «delincuente». El hecho de hacerte o no un tatuaje no va a cambiar ni lo que has vivido, ni lo que vas a vivir, simplemente es una forma de recordar, o de no olvidar, algo que te ha mercado para bien o para mal.
Uno de los tatuajes mas significativos que me he hecho hasta ahora ha sido esta frase: Las costumbres se hacen leyes… Es un refrán que ha marcado mi vida. Esta frase la he escuchado siempre desde pequeñita. Mi madre siempre me la decía y me la sigue diciendo, y a su vez mi abuelo hacía lo mismo con ella.
Cuando adoptamos cierta actitud durane mucho tiempo, esta actitud, se vuelve intrínseca de manera inconsciente. Así empezamos ha convertir esta actitud en una ley invisible que siempre cumplimos. Si pusiésemos un ejemplo, cuando adoptamos la costumbre de desayunar todos los días o tomar un café antes de ir a clase o al trabajo, estamos inconscientemente creando la obligación de tomar una café todas las mañanas antes de entrar en clase o a trabajar y el día que no lo hacemos nos resulta extraño, sentimos que nos falta algo o incluso nos ponemos de mal humor o en su extremo llegamos a cabrearnos. Esto parece un poco o absurdo porque lo hemos aplicado en una actividad algo banal y poco importante. Pero si aplicamos esta teoría a ciertos aspectos sentimentales la cosa va cobrando sentido e importancia. Si aplicamos este ejemplo a las relaciones interpersonales la cosa cambia. Cuando una persona se acostumbra a tratar a otra de cierta manera, obviamente porque ese alguien se lo permite, llega un momento que esa forma de tratar a esta persona pasa de ser una costumbre a una ley invisible. Si tu madre siempre te lava la ropa, te limpia tu cuarto, tu te acostumbras y se lo permites, y tu madre misma permite esta situación, el hecho de que tu madre te haga ese favor se convierte en una ley invisible y por tanto en una obligación. Lo mismo ocurre con los amigos o con tu pareja. Para bien o para mal es un hecho que he comprobado en mis propias carnes. Cuando te acostumbras a hacer algo o que alguien lo haga por ti, llega un momento que asumes ese hecho como una obligación y cuando no ocurre dices.. –eh que pasa! – Este es el sentido de este refrán como yo lo siento.
Esta frase me ha ayudado mucho en la relación que tengo actualmente y he tenido con mi familia, amigos, pareja… Me ha ayudado a entender que si no frenas ciertas actitudes que no te gustan o te hacen sentir mal, que no te convienen al principio, va a llegar un momento que pararlas va a ser casi imposible, porque se han convertido en ley.
Cuando permites que alguien tenga cierta actitud contigo que no te hace bien, pero se la dejas pasar una y otra y otra vez sin decir nada, cuando quieras ponerle fin, esa persona seguramente pensara –«eii… porque?, Si siempre lo he hecho así y nunca has dicho nada»–. Esa persona tiene tan asumido en su interior tratarte de esa manera sin que tu le digas nada que cuando decides ponerle fin es muy complicado, porque esa persona ya tiene el hábito de actuar así contigo tan interiorizado que será casi imposible que lo cambie. Esto también hay que aplicarlo a lo que hacemos nosotros mismos y a como tratamos a los demás.
Para mi la frase Las costumbres se hacen leyes… me recuerda que debemos decirle a la vida y a los que nos rodean como mínimo lo que no queremos, porque si nos callamos y esperamos a que las personas y la vida adivine nuestro pensamiento, nunca va a irse, nunca va a transformarse en algo que si queremos. Debemos estar bien atentos y ser espabilados para que cuando se presenten ciertas situaciones, sepamos decirle a la vida lo que no y lo que si, para poder vivir como realmente nos hace sentirnos y ser felices.